Pía Mendaro ha conseguido rehabilitar una vivienda en hilera de los años 20, catalogada como «de pobreza reconocida», en un espacio versátil y destinado al arte. Un volumen rodeado por jardín en sus dos fachadas, que funciona tanto como residencia para artistas como vivienda para un autónomo ‘multitasker’. La intervención requería de un espacio versátil. Un contenedor donde trabajar con herramientas duras (soldadores, radiales, polvo, pintura…), capaz de convertirse en espacio público de exposición u oficina donde recibir clientes.
Distribuido en dos niveles, el nuevo espacio alberga una zona de trabajo, taller y exposición, en la planta baja; y una vivienda escondida sobre ella. Un paradigma de flexibilidad y diseño útil. Con 3 metros de alto, la segunda se cierra automáticamente mediante pesos y poleas. Este sistema permite esconder cualquier cosa, manteniendo así ‘oculto’ el desorden exterior. Por último, una tercera abre al aseo. Una escalera construida con cajones de madera sube a la vivienda del autónomo o artista residente. El dormitorio ocupa una suerte de pasarela que vuela sobre el espacio principal. Actualmente este es el lugar de Barbecho, un espacio que rota entre talleres y residencias dedicado al diseño y producción de objetos útiles.
Más información de estos planos en: diariodesign.com
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